Me envía mi amigo Oscar este relato aparecido en http://www.vozvictimas.org/
Es más esclarecedor que los testimonios de cualquier "comisión de expertos" y no necesita más comentarios que los de la propia "madre", que habla en primera persona:
Me llamo B., tengo 31 años y acaba de hacer un año del fallecimiento de mi hijo en mi aborto provocado en la 'Clínica El Bosque' en Madrid. No sé por dónde empezar porque mi historia es larga y dolorosa y he tardado tiempo en ser capaz de poder contarla. Todo paso cuando hacía poco tiempo que conocía a mi pareja y me fui a vivir con él. Mi pareja tenía dos niñas, ya que las cuidaba él porque tenía su custodia y yo le veía como el mejor padre del mundo. Él me dijo que tenía hecha la vasectomía y aunque yo tomaba la píldora, ese mes tuve algún olvido y me quedé embarazada. Yo era puntual como un reloj y cuando estaba de tres semanas ya empecé a sentir nauseas y a sentir mucho sueño y algo raro que me pasaba pero no lo achaqué a un embarazo.
Yo venía de una situación familiar catastrófica y no tenía medios económicos y tampoco estaba muy estable psicológicamente…Pues bien, cuando tenía doce días de retraso, decidí hacerme el test y en segundos salieron las dos rayas que indicaban el positivo y yo me llené de alegría y felicidad. Estaba sola en casa en ese momento porque mi madre estaba trabajando y mi pareja estaba con sus hijas de vacaciones.
Mi madre llegó al rato y yo con toda mi alegría fui a contarle que estaba embarazada y le enseñé el test pensando que su reacción iba a ser otra. Dios mío… en qué hora hice eso y no callé y pedí ayuda a alguna asociación… A raíz de ahí empezó mi peor pesadilla, mi calvario y mi condena de por vida por el asesinato de mi propio hijo.
Nada más enseñarle el test a mi madre, me dijo que no podía tenerlo, que cómo iba a tener un hijo sin pareja estable, que cómo lo iba a mantener, que no iba a ser buena madre, que qué iba a pensar los vecinos, que cómo se lo iba a tomar mi hermano etc. etc. Mi alegría pasó a tristeza profunda, nerviosismo y desesperación por momentos.
Cuando llegó mi hermano, también se lo dijo mi madre y su reacción fue agresiva hacia mí por lo irresponsable que había sido y me convencían con coacciones para que abortara. De hecho me dejaron de hablar y me echaban de casa si tenía el bebé y yo pensaba en el padre como única solución. Pensaba que él estaría conmigo y que no me dejaría.
Le llamé al móvil pero lo tenía apagado y tras varios intentos di con él. Cuál fue mi sorpresa que él me dijo: TIENES QUE ABORTAR. YO VOY DE BENIDORM Y VUELVO EN EL DÍA Y LO PAGO Y YA ESTÁ. AHORA MISMO VOY A PEDIR CITA EN LA CLÍNICA Y VOY A HABLAR CON TU FAMILIA PARA QUE NO TE DEJEN SALIR DE TU CASA HASTA QUE VAYAMOS A LA CLÍNICA. Yo comencé a llorar desesperada, quería a mi hijo, lo sentía ya dentro de mí, por una vez en mi vida no me sentía sola y no quería abortar. Me obligaron toda coaccionada, no me dieron tiempo de escapar, de reaccionar. Estaba como atónita ante la situación que para ellos era un conjunto de células sin vida y la operación sería como sacarse una muela.
Pues bien, hecha un manojo de nervios sin fuerzas para llorar más ni poder ser capaz de decir una palabra más alta que otra, llegó el día de ir a la clínica, y me llevaron obligada. Era un sábado a las ocho de la mañana. Él aparcó el coche debajo de mi casa y llamó al telefonillo y yo le pedí por favor a mi madre que lo quería tener que no me obligaran, que podría sacarlo adelante. Mi madre me cogió el bolso y me dijo “Vístete que tenemos prisa.”
Así fue y a las nueve estaba en ese horrible chalet que utilizan como clínica llamada “El Bosque”, donde en la recepción había una señora sudamericana que me tomó el DNI y me dijo “¿Tienes miedo, no?”. Yo sólo quería salir corriendo de allí pero no podía, estaba paralizada, coaccionada, mis verdugos estaban allí a mi alrededor… Quería proteger a mi hijo, pero nadie me podía ayudar allí ya. Subí esas escaleras hacia las salas donde primero te hacen la eco y luego el test psicológico.
Recuerdo esos sofás rojos y recuerdo la cara de todas las chicas que estaban allí: estábamos asustadas y avergonzadas y parecía como si entre nosotras quisiéramos huir pero no podíamos. Vomité tres veces antes de entrar a la eco. Los médicos paseaban tomando café y hablando de sus felices vacaciones sin pararse a pensar en cómo nos sentíamos allí las chicas que estábamos esperando. Al rato, un medico alto, muy seco me llamó para que entrara a la sala de la eco, y me dijo: “Tranquila que estás de muy poco, eso no tiene vida todavía”. Y me hizo la eco, que yo no pude ver porque el monitor ya estaba girado. Yo desgraciadamente ya sentía a mi hijo. El pobre creo que pensaba y decía: “Mamá, mamá, ¿qué pasa? ¿Están viendo si estoy bien? Yo le estaba engañando diciéndole: “Hijo, yo te sacaré de aquí”.
Unos días antes yo había tenido unos cólicos y había estado ingresada y mi hijo ya media 8 mm y le latía el corazón y sólo estaba de seis semanas. Eso de que no sienten y que no es un ser vivo es todo mentira. El médico me engañó. Tras la eco me hizo firmar el consentimiento y ahí me desmaye. Él me golpeó la cara ligeramente y me dijo: “Vamos mujer, que luego te vas de vacaciones”. Y firmé, pero no era yo.
Después volví a la sala de los sofás rojos y volví a ver a esas pobres chicas pidiendo ayuda a gritos. Una señora rubia alta con bata y EMBARAZADA era la psicóloga que me hizo pasar después. Esa señora me enteré después de que es socia de la clínica y por eso hace lo que hace. Pues bien, esa mujer era mi última oportunidad de ayuda. Yo la estaba pidiendo a gritos y ella lo sabía pero no me hizo ni caso. Se limitó a rellenar los test ella y me dijo que no me preocupara que era un trámite, que ella los rellenaba siempre y tuvo el cinismo de decirme: “TÚ SÍ QUIERES TENERLO ¿VERDAD?” Entonces pensé que me iba a ayudar y al decirle que sí, que yo quería tenerlo a ella le dio igual. Se limitó a decirme que cuando saliera de allí me iba a encontrar mejor y que si algún día me sentía mal que la llamara. Anotó su móvil en una receta de allí para que así me pasara consulta después del aborto cobrando.
Después salí toda más hundida aún de allí, y me llamaron para ingresarme, pero antes tuvimos que pasar por el pago de 470 euros. Eso es lo que vale matar a un bebé. Había que pagarlo en billetes sólo en efectivo y sin factura. Después ya sola una enfermera extranjera también me pasó a una sala donde había dos camas. Olía a humedad y hacía frío, era muy tétrico, se olía a muerte en cada rincón de la clínica. Vino otra extranjera y me hizo desnudarme y ponerme una bata verde, un gorro y los patucos y me puso un suero y como no me encontraba la vena me pincho veinte veces y me dejo el brazo destrozado. Yo le dije que me quería ir y me dijo que ya estaba pagado y que no iba a ningún sitio.
Al rato me dijeron que pasara al quirófano. No me habían hecho ni un análisis, ni una radiografía, ni un electrocardiograma y sin embargo me pusieron anestesia general y tengo un papel firmado por ellos diciendo que me habían hecho todas esas pruebas. En el quirófano me preguntaron mi grupo sanguíneo y yo les dije que era 0 negativo y entonces se fiaron de mí y me dijeron que tenían que ponerme una inyección por eso y que antes tenían que pagarla mis familiares. Yo entré a la sala y de nuevo me temblaban las piernas y me desmayé pero enseguida me cogieron, me subieron al potro y me ataron con correas las piernas y las manos.
El anestesista, que venía sin bata alguna, me dijo que pensara en algo bonito y me pinchó para dormirme y sólo recuerdo la cara de una enfermera joven que estaba casi peor que yo. Debería ser su primera vez y recuerdo al médico acariciándome el muslo y diciendo: “Con lo guapa que eres, ya veras qué bien te sentirás después”.
Luego vi la aspiradora, pero ya dormí y cuando desperté llorando me sentía vacía. No sentía a mi hijo. No estaba, lo habían matado a pesar de mis súplicas y peticiones. Me llevaron a la habitación compartida con otra chica que también la acababan de traer andando por su propio pie. Al rato me sacaron un trapo enorme de mi vagina empapado en sangre y yo ya no sentía ni padecía. Sólo quería salir de allí, irme, alejarme… Me sentía sucia y una mala persona.
Salí de allí a las dos horas con un papel de lo que no se debe hacer después de abortar, pero no te dan un papel diciéndote cómo te vas a sentir después de hacerlo, que es muerta en vida.
Mi pareja me abandonó y mi familia empezó a tratarme bien justo después del aborto. Yo sólo estaba en la cama de mi habitación como ausente sin querer saber de nadie o de nada pensando en mi hijo ya muerto. Perdí quince kilos, empecé a beber, no hay día que no llore la muerte de mi hijo… Tengo relaciones por tener, no puedo ver a embarazadas y creo que todo el mundo sabe lo que hice y ve a una asesina en mí. Tomo antidepresivos y estoy acudiendo a atención psicológica en AVA y si no fuera por eso me habría quitado ya la vida porque para mi la vida se acabo el día que mate a mi hijo. El aborto me destrozó la vida.
Esta carta es para mi hijo:
MAMA: Aunque tú no quisiste que yo naciera, no puedo dejar de decirte mamá. Te escribo desde el cielo, para explicarte lo feliz que yo estaba desde que comencé a vivir en tú vientre. Yo deseaba nacer, conocerte y pensaba que algún día llegaría a ser un niño alegre.
Soñaba con ir a la escuela y llegar a ser un hombre importante. Yo creía que cuando cumpliera los nueve meses de estar junto a tú corazón y naciera, todos se iban a alegrar en casa con mi llegada. Pero tú no pensabas igual que yo. ¿Verdad mamá? Y un día, cuando yo estaba contento jugando en lo más recóndito de tus, para mí divinas, entrañas sentí algo extraño... que no sabría explicarlo... algo que me hizo temblar.
Sentí que me quitaban la vida. Yo quise defenderme... pero la muerte, con su implacable y metálica voz, me sorprendió, cuando en tu vientre jugaba tan contento y sólo pensaba en nacer para adorarte.
Entonces no comprendí quién me quitaba la vida, dime, mamá, ¿Quien podría entrar impunemente dentro de ti y llegar hasta donde tan seguro me hallaba para matarme?
¿Quién sabía que estaba ahí? ¿Quién fue mamá, quién? ¿Dónde estabas tú que no me defendiste?
No sé lo que llegue a pensar... Perdóname, pero por un momento el negro cuerpo de la duda pasó por mi mente y creí que tú sólo habrías podido hacerlo.
Pero no, perdona mi mal pensamiento. ¿Cómo iba yo a comprender que una madre mataría a su hijo? Ahora mamá, yo lo sé todo. Sé que hay madres que matan a sus hijos antes de nacer. Madre ¿cómo pudiste matarme? ¿Cómo es posible que hiciste tal cosa conmigo?
¿Pensabas acaso comprar un lavaplatos o una lavadora con los gastos que yo ocasionaría? El mal consejo que te dieron lo escuchaste antes de oír tu corazón. Yo, que tenía tantas ilusiones. Y tú me la quitaste todas. Yo, que pensaba ser un buen ingeniero, un patriota, un revolucionario digno y capaz. Hubiera podido ser un buen hijo y un buen padre, pero tú me lo negaste todo.
¿Sabes una cosa mamá? Ayer estuve hablando con Dios y le pedí que, por favor, me aclarase la verdad de mi muerte. Él me abrazó con cariño y me dijo muchas cosas... Las palabras más maravillosas y alentadoras que jamás escuché; las mismas que siempre soñé con escuchar en tus labios de madre, cuando todavía esperaba que me arrullaras en tus brazos. Me dijo también que solo El es el dueño de la vida y que nadie tiene derecho ni poder para quitarla.
Por mis ojos caían torrentes de lágrimas, pero Dios me estrecho contra su pecho y me susurró tiernamente: "Pequeño mío, si tú no tienes madre, Yo te daré la Mía". Y me enseño a la Virgen. Y me ha dado todo lo que tú me negaste.
Mamá, antes de despedirme de ti voy a pedirte un favor: Que esta carta que te escribo se la leas a tus amigas y futuras mamás para que no cometan el monstruoso error que tú cometiste conmigo. Te envío todo el cariño que hubiera querido darte con la vida y te pido te arrepientas de lo que hiciste con tu hijo que nunca nació.
Es más esclarecedor que los testimonios de cualquier "comisión de expertos" y no necesita más comentarios que los de la propia "madre", que habla en primera persona:
Me llamo B., tengo 31 años y acaba de hacer un año del fallecimiento de mi hijo en mi aborto provocado en la 'Clínica El Bosque' en Madrid. No sé por dónde empezar porque mi historia es larga y dolorosa y he tardado tiempo en ser capaz de poder contarla. Todo paso cuando hacía poco tiempo que conocía a mi pareja y me fui a vivir con él. Mi pareja tenía dos niñas, ya que las cuidaba él porque tenía su custodia y yo le veía como el mejor padre del mundo. Él me dijo que tenía hecha la vasectomía y aunque yo tomaba la píldora, ese mes tuve algún olvido y me quedé embarazada. Yo era puntual como un reloj y cuando estaba de tres semanas ya empecé a sentir nauseas y a sentir mucho sueño y algo raro que me pasaba pero no lo achaqué a un embarazo.
Yo venía de una situación familiar catastrófica y no tenía medios económicos y tampoco estaba muy estable psicológicamente…Pues bien, cuando tenía doce días de retraso, decidí hacerme el test y en segundos salieron las dos rayas que indicaban el positivo y yo me llené de alegría y felicidad. Estaba sola en casa en ese momento porque mi madre estaba trabajando y mi pareja estaba con sus hijas de vacaciones.
Mi madre llegó al rato y yo con toda mi alegría fui a contarle que estaba embarazada y le enseñé el test pensando que su reacción iba a ser otra. Dios mío… en qué hora hice eso y no callé y pedí ayuda a alguna asociación… A raíz de ahí empezó mi peor pesadilla, mi calvario y mi condena de por vida por el asesinato de mi propio hijo.
Nada más enseñarle el test a mi madre, me dijo que no podía tenerlo, que cómo iba a tener un hijo sin pareja estable, que cómo lo iba a mantener, que no iba a ser buena madre, que qué iba a pensar los vecinos, que cómo se lo iba a tomar mi hermano etc. etc. Mi alegría pasó a tristeza profunda, nerviosismo y desesperación por momentos.
Cuando llegó mi hermano, también se lo dijo mi madre y su reacción fue agresiva hacia mí por lo irresponsable que había sido y me convencían con coacciones para que abortara. De hecho me dejaron de hablar y me echaban de casa si tenía el bebé y yo pensaba en el padre como única solución. Pensaba que él estaría conmigo y que no me dejaría.
Le llamé al móvil pero lo tenía apagado y tras varios intentos di con él. Cuál fue mi sorpresa que él me dijo: TIENES QUE ABORTAR. YO VOY DE BENIDORM Y VUELVO EN EL DÍA Y LO PAGO Y YA ESTÁ. AHORA MISMO VOY A PEDIR CITA EN LA CLÍNICA Y VOY A HABLAR CON TU FAMILIA PARA QUE NO TE DEJEN SALIR DE TU CASA HASTA QUE VAYAMOS A LA CLÍNICA. Yo comencé a llorar desesperada, quería a mi hijo, lo sentía ya dentro de mí, por una vez en mi vida no me sentía sola y no quería abortar. Me obligaron toda coaccionada, no me dieron tiempo de escapar, de reaccionar. Estaba como atónita ante la situación que para ellos era un conjunto de células sin vida y la operación sería como sacarse una muela.
Pues bien, hecha un manojo de nervios sin fuerzas para llorar más ni poder ser capaz de decir una palabra más alta que otra, llegó el día de ir a la clínica, y me llevaron obligada. Era un sábado a las ocho de la mañana. Él aparcó el coche debajo de mi casa y llamó al telefonillo y yo le pedí por favor a mi madre que lo quería tener que no me obligaran, que podría sacarlo adelante. Mi madre me cogió el bolso y me dijo “Vístete que tenemos prisa.”
Así fue y a las nueve estaba en ese horrible chalet que utilizan como clínica llamada “El Bosque”, donde en la recepción había una señora sudamericana que me tomó el DNI y me dijo “¿Tienes miedo, no?”. Yo sólo quería salir corriendo de allí pero no podía, estaba paralizada, coaccionada, mis verdugos estaban allí a mi alrededor… Quería proteger a mi hijo, pero nadie me podía ayudar allí ya. Subí esas escaleras hacia las salas donde primero te hacen la eco y luego el test psicológico.
Recuerdo esos sofás rojos y recuerdo la cara de todas las chicas que estaban allí: estábamos asustadas y avergonzadas y parecía como si entre nosotras quisiéramos huir pero no podíamos. Vomité tres veces antes de entrar a la eco. Los médicos paseaban tomando café y hablando de sus felices vacaciones sin pararse a pensar en cómo nos sentíamos allí las chicas que estábamos esperando. Al rato, un medico alto, muy seco me llamó para que entrara a la sala de la eco, y me dijo: “Tranquila que estás de muy poco, eso no tiene vida todavía”. Y me hizo la eco, que yo no pude ver porque el monitor ya estaba girado. Yo desgraciadamente ya sentía a mi hijo. El pobre creo que pensaba y decía: “Mamá, mamá, ¿qué pasa? ¿Están viendo si estoy bien? Yo le estaba engañando diciéndole: “Hijo, yo te sacaré de aquí”.
Unos días antes yo había tenido unos cólicos y había estado ingresada y mi hijo ya media 8 mm y le latía el corazón y sólo estaba de seis semanas. Eso de que no sienten y que no es un ser vivo es todo mentira. El médico me engañó. Tras la eco me hizo firmar el consentimiento y ahí me desmaye. Él me golpeó la cara ligeramente y me dijo: “Vamos mujer, que luego te vas de vacaciones”. Y firmé, pero no era yo.
Después volví a la sala de los sofás rojos y volví a ver a esas pobres chicas pidiendo ayuda a gritos. Una señora rubia alta con bata y EMBARAZADA era la psicóloga que me hizo pasar después. Esa señora me enteré después de que es socia de la clínica y por eso hace lo que hace. Pues bien, esa mujer era mi última oportunidad de ayuda. Yo la estaba pidiendo a gritos y ella lo sabía pero no me hizo ni caso. Se limitó a rellenar los test ella y me dijo que no me preocupara que era un trámite, que ella los rellenaba siempre y tuvo el cinismo de decirme: “TÚ SÍ QUIERES TENERLO ¿VERDAD?” Entonces pensé que me iba a ayudar y al decirle que sí, que yo quería tenerlo a ella le dio igual. Se limitó a decirme que cuando saliera de allí me iba a encontrar mejor y que si algún día me sentía mal que la llamara. Anotó su móvil en una receta de allí para que así me pasara consulta después del aborto cobrando.
Después salí toda más hundida aún de allí, y me llamaron para ingresarme, pero antes tuvimos que pasar por el pago de 470 euros. Eso es lo que vale matar a un bebé. Había que pagarlo en billetes sólo en efectivo y sin factura. Después ya sola una enfermera extranjera también me pasó a una sala donde había dos camas. Olía a humedad y hacía frío, era muy tétrico, se olía a muerte en cada rincón de la clínica. Vino otra extranjera y me hizo desnudarme y ponerme una bata verde, un gorro y los patucos y me puso un suero y como no me encontraba la vena me pincho veinte veces y me dejo el brazo destrozado. Yo le dije que me quería ir y me dijo que ya estaba pagado y que no iba a ningún sitio.
Al rato me dijeron que pasara al quirófano. No me habían hecho ni un análisis, ni una radiografía, ni un electrocardiograma y sin embargo me pusieron anestesia general y tengo un papel firmado por ellos diciendo que me habían hecho todas esas pruebas. En el quirófano me preguntaron mi grupo sanguíneo y yo les dije que era 0 negativo y entonces se fiaron de mí y me dijeron que tenían que ponerme una inyección por eso y que antes tenían que pagarla mis familiares. Yo entré a la sala y de nuevo me temblaban las piernas y me desmayé pero enseguida me cogieron, me subieron al potro y me ataron con correas las piernas y las manos.
El anestesista, que venía sin bata alguna, me dijo que pensara en algo bonito y me pinchó para dormirme y sólo recuerdo la cara de una enfermera joven que estaba casi peor que yo. Debería ser su primera vez y recuerdo al médico acariciándome el muslo y diciendo: “Con lo guapa que eres, ya veras qué bien te sentirás después”.
Luego vi la aspiradora, pero ya dormí y cuando desperté llorando me sentía vacía. No sentía a mi hijo. No estaba, lo habían matado a pesar de mis súplicas y peticiones. Me llevaron a la habitación compartida con otra chica que también la acababan de traer andando por su propio pie. Al rato me sacaron un trapo enorme de mi vagina empapado en sangre y yo ya no sentía ni padecía. Sólo quería salir de allí, irme, alejarme… Me sentía sucia y una mala persona.
Salí de allí a las dos horas con un papel de lo que no se debe hacer después de abortar, pero no te dan un papel diciéndote cómo te vas a sentir después de hacerlo, que es muerta en vida.
Mi pareja me abandonó y mi familia empezó a tratarme bien justo después del aborto. Yo sólo estaba en la cama de mi habitación como ausente sin querer saber de nadie o de nada pensando en mi hijo ya muerto. Perdí quince kilos, empecé a beber, no hay día que no llore la muerte de mi hijo… Tengo relaciones por tener, no puedo ver a embarazadas y creo que todo el mundo sabe lo que hice y ve a una asesina en mí. Tomo antidepresivos y estoy acudiendo a atención psicológica en AVA y si no fuera por eso me habría quitado ya la vida porque para mi la vida se acabo el día que mate a mi hijo. El aborto me destrozó la vida.
Esta carta es para mi hijo:
MAMA: Aunque tú no quisiste que yo naciera, no puedo dejar de decirte mamá. Te escribo desde el cielo, para explicarte lo feliz que yo estaba desde que comencé a vivir en tú vientre. Yo deseaba nacer, conocerte y pensaba que algún día llegaría a ser un niño alegre.
Soñaba con ir a la escuela y llegar a ser un hombre importante. Yo creía que cuando cumpliera los nueve meses de estar junto a tú corazón y naciera, todos se iban a alegrar en casa con mi llegada. Pero tú no pensabas igual que yo. ¿Verdad mamá? Y un día, cuando yo estaba contento jugando en lo más recóndito de tus, para mí divinas, entrañas sentí algo extraño... que no sabría explicarlo... algo que me hizo temblar.
Sentí que me quitaban la vida. Yo quise defenderme... pero la muerte, con su implacable y metálica voz, me sorprendió, cuando en tu vientre jugaba tan contento y sólo pensaba en nacer para adorarte.
Entonces no comprendí quién me quitaba la vida, dime, mamá, ¿Quien podría entrar impunemente dentro de ti y llegar hasta donde tan seguro me hallaba para matarme?
¿Quién sabía que estaba ahí? ¿Quién fue mamá, quién? ¿Dónde estabas tú que no me defendiste?
No sé lo que llegue a pensar... Perdóname, pero por un momento el negro cuerpo de la duda pasó por mi mente y creí que tú sólo habrías podido hacerlo.
Pero no, perdona mi mal pensamiento. ¿Cómo iba yo a comprender que una madre mataría a su hijo? Ahora mamá, yo lo sé todo. Sé que hay madres que matan a sus hijos antes de nacer. Madre ¿cómo pudiste matarme? ¿Cómo es posible que hiciste tal cosa conmigo?
¿Pensabas acaso comprar un lavaplatos o una lavadora con los gastos que yo ocasionaría? El mal consejo que te dieron lo escuchaste antes de oír tu corazón. Yo, que tenía tantas ilusiones. Y tú me la quitaste todas. Yo, que pensaba ser un buen ingeniero, un patriota, un revolucionario digno y capaz. Hubiera podido ser un buen hijo y un buen padre, pero tú me lo negaste todo.
¿Sabes una cosa mamá? Ayer estuve hablando con Dios y le pedí que, por favor, me aclarase la verdad de mi muerte. Él me abrazó con cariño y me dijo muchas cosas... Las palabras más maravillosas y alentadoras que jamás escuché; las mismas que siempre soñé con escuchar en tus labios de madre, cuando todavía esperaba que me arrullaras en tus brazos. Me dijo también que solo El es el dueño de la vida y que nadie tiene derecho ni poder para quitarla.
Por mis ojos caían torrentes de lágrimas, pero Dios me estrecho contra su pecho y me susurró tiernamente: "Pequeño mío, si tú no tienes madre, Yo te daré la Mía". Y me enseño a la Virgen. Y me ha dado todo lo que tú me negaste.
Mamá, antes de despedirme de ti voy a pedirte un favor: Que esta carta que te escribo se la leas a tus amigas y futuras mamás para que no cometan el monstruoso error que tú cometiste conmigo. Te envío todo el cariño que hubiera querido darte con la vida y te pido te arrepientas de lo que hiciste con tu hijo que nunca nació.
2 comentarios:
Quería contestar a B., de 31 años. Me ha parecido desgarrador el testimonio y cómo no... valiente (?)
Mira soy madre y desde el momento en que me enteré de mi estado NADA NI NADIE HUBIERA PODIDO NUNCA ARREBATARME A MI HIJO. No quiero recriminarte nada de verdad, pero es que NO PUEDO ENTENDER , NO ME CABE EN LA CABEZA cómo alguien puede hacer algo parecido.
Ni mi madre, ni mi hermano , ni siquiera ese al que llamas "pareja" pueden influirte de tal forma. ´
Cuando te acostaste con "tu pareja" no pediste opinión a nadie, cuando te fuiste a vivir con él aún a sabiendas de su situación familiar.... entonces no pediste opinión a nadie....
Lo siento pero no puedo disculpar, ni entender ni comprender ni sentir otra cosa que no sea el más absoluto desprecio. Estoy radicalmente en contra del aborto en cualquier situación, lo considero un asesinato, el peor de todos, porque en este caso la que "decide" matar a su hijo es LA PROPIA MADRE.
Trabajando y con ayuda se sale adelante, sería capaz de hacer lo que fuera con tal de dar vida a mi hijo. Es repugnante, ¿cómo alguien puede dar vida y quitarla al mismo tiempo? ¿con qué justificación?... ¿Con un momento "flojo" psicológicamente hablando??? que no hombre... que no .... que no me vale..... Lo siento pero no encuentro disculpa alguna.
ES LA MUJER LA QUE TIENE TODO EL PODER DE DECISIÓN. NADIE PUEDE OBLIGARNOS A ABORTAR...
QUE DIOS TE PERDONE.
Tienes razón Olga, pero el hombre (la mujer) es capaz de negar la evidencia (que mata a su hijo) y llevar con indolencia al niño al matadero, con tal de evitar "molestias" personales o "inconvenientes" sociales.
Pero no menos grave es que el aparato jurídico de la nación dé cobertura a estas conductas y que el voto aplastante de los españoles valide este status quo criminal.
Como bien dices tú, que Dios le perdone... y que nos perdone a todos por las acciones o las omisones.
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