jueves, 21 de agosto de 2008

El medio de transporte más seguro

Tras unas cumplidas vacaciones y unos cuantos días de gestiones para la compra de vivienda y para el traslado de domicilio, la triste actualidad me ha hecho retomar la palabra.

"El avión es el medio de transporte más seguro", pero aunque este tópico tendrá su constatación empírica, no te engañes: eso no implica que por el suelo o por el aire podamos sustraernos a la fatalidad, no significa que la muerte quede al margen de nuestros planes vacacionales, laborales o familiares, sean pequeños o grandes, sean inocuos, sublimes o mezquinos.

Primero y sobre todo, querría concitar la oración de todos los que pasen por estas modestas líneas de dolor y de Esperanza: ¡Para un momento, por favor! y si crees en Dios, haz la única cosa eficaz que probablemente puedas hacer por los pasajeros del MD-82 de Spanair: reza.

Y ahora sí, permíteme una reflexión que en momentos como éste, a más de uno se nos habrá insinuado: todos los proyectos vitales de más de 150 personas se han truncado inopinadamente. Quizá eran propósitos parecidos a los tuyos y a los míos: pequeños objetivos profesionales, antojos materiales en los que ponemos nuestro afán sin apenas reparar que lo hacemos, ilusiones de éxito mundano que perseguimos pensando que si las logramos nos van a llenar... y por supuesto, también proyectos grandes y nobles.

De la misma manera, en el preciso instante del accidente, muchos "graves" problemas habrán desaparecido de forma súbita: disgustos, preocupaciones, ofensas o contrariedades, también parecidos a las que tú y yo albergamos en el corazón: inquietudes que nos quitan el sueño y nos habrán sumido a veces en la tristeza o incluso en la iracundia visceral.

Todo lo material pierde su atractivo o su gravedad en una fracción de segundo; también lo que a nosotros nos preocupe y nos ilusione perderá su atractivo o su gravedad algún día (esto es seguro). ¿Son realmente estos revulsivos tan relativos los que han ido marcado las grandes decisiones de nuestra vida, nuestros anhelos, nuestras afinidades, nuestras actitudes...? Pues sí fuera así, ¡la estaríamos haciendo buena!

Sé que es políticamente incorrecto referirse a la muerte pero "me importan un pepino" los convencionalismos para la evasión que consagra esta sociedad paranoica y descafeinada: aunque tu final o el mío no sean tan aparatosos o podamos vivir más tiempo que algunas desafortunadas víctimas del accidente de Barajas, ese día llegará y todas las apuestas vitales que no trasciendan, valdrán nada o incluso "restarán valor". Paremos un momento, por favor, pensemos a dónde vamos y si el camino actual nos conduce al "destino" elegido.

Y si antes no has dedicado un momento a encomendar a las víctimas, hazlo, por favor... y si lo hiciste, no te importe repetir.