
La disputa que nos ocupa se libra en un curioso frontón y, desde luego, este partido no es un mano a mano sino que se juega por parejas: en el equipo extorsionador juega ETA como delantero y PNV como zaguero pero ¿quién les disputa la partida?
El PNV, el partido racista que sin base histórica se inventó el cuento de Caperucita Vasca en el siglo XIX, ha entrado en el siglo XXI amamantando al lobo de ETA con sus ubres purulentas. Y los insultos reiterados que fueron proferidos contra los españoles por el paranoico Sabino Arana, cuando Ibarreche anuncia ahora el referendum, reviven en su boca antes de proyectar un repugnante salivazo sobre la tumba de los antepasados que nos lograron la unidad, sobre las víctimas de los últimos 35 años, sobre nuestras propias caras y sobre el legado moral de nuestros hijos.
Esta agresión, que se enteren los "castrati" de nuestra política monofónica, no es un ataque a la Constitución (una ley accidental y bastante susceptible de mejora) sino contra contra el Bien Común y la esencia de nuestra Patria.
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